La diversidad cultural está en el núcleo de las preocupaciones de la UNESCO desde su creación, hace sesenta años. La adopción de la Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural (el 2 de noviembre de 2001) confirmó su compromiso en favor de “la fecunda diversidad de las culturas” en un espíritu de diálogo y apertura, tomando en cuenta los riesgos de homogeneización y repliegue identitario asociados a la universalización. Como las culturas engloban las artes y las letras, así como los modos de vida, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias, la protección y la promoción de su diversidad plantea un reto: defender una capacidad creativa a través de la multiplicidad de sus formas materiales e inmateriales, y garantizar una convivencia pacífica.